SUBIDA A MONTE PINCIO EN CAJICÁ - Diarios de un don nadie
SUBIDA A MONTE PINCIO EN
CAJICÁ
Viajé a
Cajicá. Es una bella tarde. Mi amiga Alba Marina me invitó a Monte Pincio, un
cerro tutelar de Cajicá, antiguo centro de pagamento de los aborígenes
Chibchas. No tenía muchas ganas de ir, pues quería jugar fútbol. Llegó el primo
Alex con su esposa Laura y empiezan a organizar el partido, pero nosotros nos
fuimos, pues hace ya mucho tiempo que me estoy negando a acompañar a Alba. El sol
dorado baña el paisaje. Llevé la cámara Kodak Retina para tomarnos algunas
fotos. En capellanía, el caserío cercano al cerro, nos detuvimos en “La tienda
del viejo Pacho” y nos tomamos una cerveza Pilsen contemplando el ocaso. Allí
tomé dos fotos antes de seguir nuestro camino, donde unos carros veloces nos
hicieron tragar polvo de la carretera destapada. Subimos al monte por las
rocosas laderas. Cuando llegamos a la cima nos sentamos en una roca a
contemplar cómo se oculta el sol y le tomamos una foto. Vimos salir las
primeras estrellas y luego nos internamos en los caminos abiertos a través del
espeso matorral que circunda la verdadera cumbre de Monte Pincio: un círculo
cubierto de pastos de diversas clases con unos arbustos en el centro, que debió ser el lugar ideal para los rituales
de pagamento sagrado. El cielo se inundó con millones de estrellas que pudimos
ver nítidamente, recostados en la grama, debido a la ausencia de luz artificial o de la luna. Pasaron
unos “satélites” con dirección norte-sur, dos seguidos. Cruzó el cénit otro de
occidente a oriente. Alba Marina vio una estrella fugaz que yo no vi por estar
mirando las otras luces. También pasaron aviones altísimos, pero no son tan bonitos por el ruido que hacen, no hay como las otras naves.
Hablamos de la vida y nos reímos de nuestras ocurrencias. Disfrutamos en silencio ese inolvidable momento. A las 7:30 ya hacía mucho frío y decidimos regresar. El paisaje de Cajicá es bello en la noche desde ese mirador; un lago de luces rodeado por suaves colinas. Tomamos otras fotos, a ver qué sale. Ya casi terminando de bajar se me enredó el pantalón en una cerca y se rompió, pero no salí herido. Hace frío. Afortunadamente encontramos una hoguera agonizante a la orilla de la carretera. La reavivamos y nos calentamos allí todo el cuerpo. El humo tiene aroma de carne asada, seguro la que prepararon quienes dejaron la hoguera. Luego a casa. Al llegar hablé con Óscar y le narré la aventura, antes de emprender mi viaje a Bogotá, a mi casa, en un colectivo cómodo y veloz. Fue una bella experiencia.
Hablamos de la vida y nos reímos de nuestras ocurrencias. Disfrutamos en silencio ese inolvidable momento. A las 7:30 ya hacía mucho frío y decidimos regresar. El paisaje de Cajicá es bello en la noche desde ese mirador; un lago de luces rodeado por suaves colinas. Tomamos otras fotos, a ver qué sale. Ya casi terminando de bajar se me enredó el pantalón en una cerca y se rompió, pero no salí herido. Hace frío. Afortunadamente encontramos una hoguera agonizante a la orilla de la carretera. La reavivamos y nos calentamos allí todo el cuerpo. El humo tiene aroma de carne asada, seguro la que prepararon quienes dejaron la hoguera. Luego a casa. Al llegar hablé con Óscar y le narré la aventura, antes de emprender mi viaje a Bogotá, a mi casa, en un colectivo cómodo y veloz. Fue una bella experiencia.
Cajicá, febrero 11 del 2001
Monte Pincio en la actualidad. Ya no se puede acceder al cerro.
Ahora es propiedad privada o de una entidad del estado, cuando debería ser Patrimonio de Cajicá.
Esta foto fue tomada en ese paseo, disfrutando una cerveza fría en la "Tienda del viejo Pacho".
Camino destapado que conecta el caserío de Capellanía con Monte Pincio. Época actual.
Comentarios
Publicar un comentario