La evolución: ¿Una herramienta de Dios?
La evolución ¿Una herramienta de Dios?
Pongo como ilustración este tierno perrito para recordar la forma en que me llegó el pensamiento más
extravagante de mi vida. Estaba yo soportando una mañana de sol con un
guayabo (o resaca) tan fuerte que casi no podía mantener los ojos abiertos. De
repente aparece ante mi escaso campo visual un perrito, similar a éste,
trotando alegremente, adelante de su dueño. Quedé aterrado y se me despejó la
cabeza al preguntarme ¿Y este perrito por qué camina sólo? ¿sin necesidad de un
motor o algo que lo impulse?
Entonces me di cuenta de la maravilla de la vida,
por la cual un ser vivo puede nacer, respirar, ser autónomo y moverse para
buscar su sustento o la perpetuación de la especie, y me pareció muy importante
filosofar al respecto. Claro, ese día no tenía cabeza para hacerlo, y han
pasado muchos años hasta que he vuelto al tema.
Una vez más fue un perro el que me hizo recordar esas viejas preguntas. Caminaba anoche por Ciudadela Colsubsidio, por un andén arborizado, y de pronto se cruzó conmigo un perro grande y negro, que no me asustó porque no lo advertí hasta que pasó raudo a mi lado; sus pezuñas sonaban como metal arañando el piso, y las almohadillas ásperas de sus patas zumbaban al rozar el duro pavimento. Entonces caí en cuenta en lo sabia que es la naturaleza, que dio a cada ser la dotación necesaria para su supervivencia ¡siempre de acuerdo con su desarrollo cerebral! A los animales que más protegió fue a los menos capacitados para utilizar medios de defensa. Una tortuga, por ejemplo, es lenta y pesada y sus recursos ante el entorno son limitadísimos, pero la Evolución la dotó con un grueso caparazón y la posibilidad de esconderse completamente dentro de ella. Los perros tienen almohadillas gruesas en sus patas que les permiten desplazarse ágilmente sin sentir dolor; los caballos y muchas otras especies tienen fuertes pezuñas; los predadores tienen vista u olfato excelente, miembros flexibles y poderosos, garras y mandíbulas temibles; las presas de éstos tienen unos sentidos muy desarrollados para estar alertas, más la posibilidad de cavar madrigueras para esconderse de sus enemigos, y la mayoría de animales tienen gruesas pieles o densos pelajes que les permiten soportar las inclemencias del clima o la dureza de su entorno. Son muy pocos ejemplos, pero me ayudan a transmitir la idea que expongo.
En
cambio el ser más indefenso de todos, el ser humano, no tiene piel gruesa ni
pelaje protector; carece de sentidos superdesarrollados, salvo raras
excepciones; sus uñas son débiles y sus manos delicadas, en comparación con las garras de los primates y las patas de las fieras; no puede por tanto cavar madrigueras, correr descalzo mientras no esté encallecido por años de práctica, ni protegerse de las inclemencias del tiempo a menos que ponga en funcionamiento el instrumento más sofisticado que le dió mamá Evolución para sobrevivir: su inteligencia.
Es cuando llego a la conclusión de que la Evolución es inteligente, o que detrás hay una mente rectora, o que Dios existe y creó todo lo que hay en el Universo, utilizando la Evolución como una herramienta del proceso creativo. Definitivamente, se nota una intención bien dirigida en estas características que poseen los seres vivos, y en el ser humano la dote de inteligencia que le permite compensar las falencias de su constitución física para superar todos los obstáculos de la supervivencia creando su vestuario, sus métodos de alimentación, sus propias herramientas, construcciones para alojarse y seguir creando, e incluso sus medios de locomoción que lo han llevado hasta el espacio exterior. Estoy completamente seguro de que esto no es fruto del azar. Hay algún ser, de naturaleza espiritual, en algún lugar fuera del tiempo y del espacio, que creó todo: espacio, tiempo, materia, antimateria, movimiento, vida e inteligencia, y cuya realidad abarca la nuestra y la suya propia en crecimiento.
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