Coincidencias Bibliográficas - Parte 3
Crónicas Inútiles 3
Cuentos
Jeroglíficos-historia de la Arquitectura-Alicia en el País de las Maravillas
He sacado en préstamo, de la Biblioteca CEIC Ciudadela, el libro Cuentos Jeroglíficos de Horace Walpole; tengo que devolverlo pasado mañana 13 de mayo. Simultáneamente estoy leyendo Historia de la Arquitectura de Jonathan Glancey, con prólogo de Norman Foster. Al mismo tiempo estoy escribiendo un cuento de fantasía llamado Una noche en la Biblioteca, dedicado a Valentina y con ella como protagonista; Valentina cumple 9 años el 13 de mayo y ese día se lo haré llegar vía correo electrónico a Carolina, la mamá. El personaje favorito de Valentina es Fresita (Little Strawberry), una muñequita que siempre viste de rosado.
Cito dos párrafos del excelente prólogo, escrito por Luis Alberto de Cuenca, a Cuentos Jeroglíficos de Horace Walpole, editado por Alianza en 1995:
COINCIDENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Cuentos
Jeroglíficos-historia de la Arquitectura-Alicia en el País de las Maravillas
He sacado en préstamo, de la Biblioteca CEIC Ciudadela, el libro Cuentos Jeroglíficos de Horace Walpole; tengo que devolverlo pasado mañana 13 de mayo. Simultáneamente estoy leyendo Historia de la Arquitectura de Jonathan Glancey, con prólogo de Norman Foster. Al mismo tiempo estoy escribiendo un cuento de fantasía llamado Una noche en la Biblioteca, dedicado a Valentina y con ella como protagonista; Valentina cumple 9 años el 13 de mayo y ese día se lo haré llegar vía correo electrónico a Carolina, la mamá. El personaje favorito de Valentina es Fresita (Little Strawberry), una muñequita que siempre viste de rosado.
Cito dos párrafos del excelente prólogo, escrito por Luis Alberto de Cuenca, a Cuentos Jeroglíficos de Horace Walpole, editado por Alianza en 1995:
“Compuestos
en 1772 para divertir a la joven Caroline Campbell, sobrina de Lady Ailesbury,
y para divertirse a sí mismo, los Hieroglyphic Tales se distinguen de las demás
obras de Walpole en el protagonismo concedido a la fantasía y al desarrollo de
situaciones absurdas. Casi un siglo más tarde, Lewis Carroll escribiría Alice
in Wonderland (Alicia en el país de las maravillas), otro libro para divertir a
una niña, en el que se descubre el mismo rechazo de la realidad y del orden
establecido que en los cuentos de Walpole, como si se tratase en ambos casos de
rendir homenaje a la imaginación turbulenta y anarquista de la infancia.”
“A
toda su producción de carácter histórico, crítico, literario y autobiográfico
hay que añadir la labor de Walpole como historiador del arte, donde se
encuentra instalado, junto con William Beckford, entre los precursores ingleses
del llamado estilo “troubadour” o primer neogótico, que haría furor en la
Francia romántica. La casa-castillo que Walpole se hizo construir a mediados de
siglo en Strawberry Hill (Colina de las Fresas) constituye, por su
arquitectura, decoración y mobiliario, uno de los ejemplos más originales de
este estilo.”
Y en
el apéndice de la misma obra y del mismo prologuista, figura otra alusión al
estilo literario que unió a Walpole con Carroll a través de un puente
centenario: “Lo mismo que los Hieroglyphics Tales (incursión de Walpole en la
escritura automática y el nonsense) y que Nature will prevalí (una concesión a
la “comedie larmoyante” de moda), El castillo de Otranto fue sólo un pasatiempo
del cortesano y el coleccionista de antigüedades, una consecuencia más o menos casual
de los gustos arquitectónicos de Walpole”.
Y
vuelvo al prólogo para citar otra importante característica que heredó Lewis
Carroll de Horace Walpole:
“Los
cuentos Jeroglíficos de Walpole son unos
relatos completamente excepcionales en las letras inglesas dieciochescas. Nos
revelan, aún más que la inaugural novela gótica The castle of Otranto, que Sir
Horace no fue tan sólo uno de los narradores más geniales de su tiempo, sino
también uno de los precursores del Surrealismo y el verdadero inventor de la
escritura automática tal y como la definieron y practicaron a partir de 1920
Andre Breton y Philippe Soupault. Este tipo de escritura es, sin embargo, en
Walpole el fruto de un temperamento más proclive a lo absurdo que a lo sublime
y, por lo tanto, más próximo a Benjamín Péret, entre los surrealistas
franceses, que a Breton o Soupault.”
Antes
de haber leído estos datos había incluido en mi cuento una vivencia de la
heroína con la Alicia de Lewis Carroll, como homenaje y como espejo; y fue
grande mi sorpresa cuando, en el capítulo que elegí para que entrara Valentina,
había Lewis Carroll previsto esa posibilidad. Dice Alicia: “Se nota que esta
mesa había sido puesta para que cupiera más gente” y entonces aparece Valentina
y se sienta a charlar con Alicia ante la estupefacción de la Liebre de Marzo,
el Lirón y el Sombrerero Loco. No me enteré hasta cuando fui a verificar la
escena para no caer en falsedades en la cita textual.
Y,
finalmente, las citas que encontré en Historia de la Arquitectura, hermoso
libro que resume magistralmente el desarrollo de este arte desde hace 100
siglos, con bellísimas fotografías e ilustraciones, me sorprendió porque uno
cree que nada tiene que ver un libro con el otro, sobretodo porque los tomé en
días diferentes y por elección espontánea y casual, como hago muchas veces
cuando quiero salirme de las rutinas literarias. Dice:
"La naturaleza detesta la línea recta”. Y es de ¡Horace
Walpole!
La cita es un epígrafe al capítulo “El Paisaje
clásico-El movimiento pintoresco”, donde además dice: “La obra cumbre de las
follies en Gran Bretaña fue sin duda la increíble mansión que James Wyatt
(1747-1813) construyó para el escritor y diletante William Beckford. En el
estilo del floreciente neogótico, que siguió al exagerado “goticismo”, Wyatt
diseñó una increíble abadía falsa con una torre altísima que se elevaba sobre
un crucero octogonal copiado de la catedral de Ely. Fonthill Abbey (1796-1812)
se caracterizaba por sus larguísimas escalinatas, sus implacables vistas
interiores y su torre central, que daba vértigo. En esta torre, Beckford, que
vivió una vida fantástica, aunque triste y solitaria, daba grandes fiestas a
las que asistían famosos, gente normal, locos y marginados.”
Pag. 122.
Y en la página 147, capítulo “Augustus Pugin-El cohete
humano” dice: “De hecho, poco antes de
la irrupción del neogótico, había estado muy de moda el estilo llamado en
Inglaterra “gothik”, un tipo de arquitectura romántica producto de un
movimiento literario (The castle of Otranto de Horace Walpole, publicada en
1765, y Vathek de William Beckford, publicada en 1787 fueron su credo).”
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