SI YO TUVIERA HIJOS
A menos que cuenten mis trillizos, fruto de una abducción
extraterrestre y la consecuente hibridación con una alienígena, no tengo hijos.
Pero creo que si los tuviera trataría de ser un buen padre.
Tengo mis teorías al respecto, aunque invalidadas por muchos que aseguran que
el aprendizaje sólo viene con la crianza de los propios hijos y nadie que no
los tenga puede enseñar algo al respecto. Me río de esta afirmación porque veo
demasiados malos padres y madres que no aceptan consejos porque creen ser
perfectos, mientras tienen hogares desastrosos e hijos desorientados y aburridos,
por decir lo menos. Aquí van mis reflexiones:
Creo que, si tuviera hijos, ellos serían más importantes
para mí que mis amigos, la rumba, mi trabajo y mi descanso.
Evitaría trasladarles mis frustraciones y obsesiones, y buscaría
la forma de que encontraran libremente su manera de entender el mundo, de
disfrutarlo y de crecer para mejorarlo sin tratar de parecerse a nadie más que
a sí mismos.
Trataría de no hacer las cosas por ellos, sino que les
enseñaría a valerse por sí mismos y a responder por sus actos asumiendo sus
responsabilidades.
Estaría en todo momento dispuesto a escucharlos, a creerles
y a darles un buen consejo, enseñándoles a enfrentar el mundo y sus
dificultades, respetando la manera de pensar de los demás, sin dejar de exigir
sus derechos y de no coartar los derechos de otras personas.
Les diría siempre la verdad, cuidando de no herirlos con las
cosas difíciles sino transmitiéndoles fortaleza ante los problemas.
Estaría la mayor parte del tiempo posible con ellos, sobre
todo cuando son pequeños, y entendería que, a medida que crecen, quieren ser
más independientes y ya no necesitan todo el tiempo mi compañía.
Y hay más, pero por ahora mi consejo para los papitos y
mamitas es que piensen más en sus hijos que en sí mismos, sobre todo cuando
esos frutos de nuestro amor, locura o improvisación son pequeños e indefensos
ante el mundo y ante nosotros mismos, ante nuestra terca incapacidad para aceptar
los errores en su crianza.
JORGE ZAMBRANO GAVIRIA
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