¿Cómo me trataría usted si yo me hubiera ganado el baloto?

¿CÓMO ME TRATARÍA LA GENTE SI YO HUBIERA SIDO EL GANADOR DEL GRAN PREMIO ACUMULADO DEL BALOTO?

Antes yo era contradictorio porque afirmaba que no quería ganarme el Baloto, y sin embargo lo compraba de vez en cuando. Así no se puede. Más cuando en dos ocasiones me he soñado con los seis números con los que he jugado. Hasta me asocie con dos personas para que lo jugáramos en compañía, pero no funcionó porque tal vez esa suerte era sólo para mí.

Como mi deseo se basaba en mi creencia de que Dios no da ni pide dinero, y por tanto era imposible que utilizara a sus mensajeros, los sueños, para enviarme esos números, mi indecisión era total.

Entonces cambié de parecer, a pesar de seguir creyendo que con Dios el tema no es de plata, y he tomado dos decisiones:

1.      Seguiré jugando el Baloto con los más recientes números que me llegaron en sueños, y
2.      Si me llego a ganar el Baloto, cosa que entra en la ley de probabilidades, a nadie se lo contaré.

Yo, que por no ganar dinero en abundancia he perdido tantos amigos, así nunca expresen la razón y tal vez ni se den cuenta, pues ellos siguen adelante progresando en la vida; cambian de hábitos alimenticos, de bebidas que consumen, de marca de ropa y de los lugares donde van a satisfacer los gustos que la sociedad de consumo les imponen, y uno queda botado.

Y cuando uno se les aparece a saludarlos ellos le sacan el cuerpo diciendo para sus adentros: “ya llegó este fracasado a pedir plata prestada o a goterear cerveza”, y hasta cierto puede ser; pero como uno creyó, cuando tuvo plata porque los negocios iban bien, que los amigos verdaderos están en las buenas y en las malas, pues se pega una estrellada la verraca.

Sale uno humillado y ofendido, más aburrido que pastor principiante sin garaje, y cada vez se va quedando más solo.

Pero si me ganara el Baloto… y cometiera la estupidez de contarle a todos mis conocidos…

1.      Me convertiría en el tipo más popular del mundo sin haber hecho un carajo.
2.      Mi teléfono (Iflecha) sonaría sin descanso. Ahora suena una vez al día, en promedio.
3.      Sería el primer invitado a cuanta reunión social hubiera.
4.      Me lloverían las chicas más lindas, con promesas de amor eterno. (Porque automáticamente me convertiría en el soltero más sexy de Colombia).
5.      Ahora sí me creerían cuando diera un consejo sobre cualquier tema.
6.      Recuperaría esos amigotes perdidos hace tiempo.
7.      Me nombrarían padrino de cuanto niño naciera y de todos los matrimonios.
8.      Me tentarían a cambiar de religión y a poner todos mis bienes “al servicio de Dios”.
9.      Etcétera.

Como odio la hipocresía y entiendo a la gente que está en mi actual situación (o peor, porque yo no estoy tan mal que digamos), a nadie le confesaría poseer unas riquezas materiales que Dios seguramente me habría dado para ayudar a mi prójimo.

No cambiaría de barrio, no dejaría de tomar lo que tomo y donde tomo, seguiría siendo vegetariano sin exageraciones, seguiría sacando libros de las bibliotecas públicas, seguiría vistiéndome con ropa económica, seguiría haciendo gimnasia y trotando en los parques públicos y en los humedales, lejos de los gimnasios comerciales, seguiría siendo Católico y yendo a misa cuando me nazca, no dando dinero a la iglesia sino ayudando a las personas necesitadas y a las causas nobles, seguiría con optimismo buscando el amor verdadero, viajaría por Colombia mochileando antes de conocer otros sitios del mundo, buscaría hacerme famoso con mis libros, mis fotos y mis obras de arte, es decir: seguiría siendo Feliz, a pesar de que alguien me haya dicho que asegurar que soy feliz cuando no he hecho plata en la vida es un puro sofisma.

Jorge Zambrano Gaviria

Bogotá, Septiembre 23 del 2016

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